De un lado, Matías Martínez: pocos partidos, buenos resultados. Del otro lado, José Padula: experiencia de sobra, gran momento. Pelea de estilos. Pelea dentro de la cancha. Palabras que lastiman. La suerte, partícipe emotiva de la final. Todo un espectáculo la definición de Barcelona. ¿El tenis? Por momentos, de alto vuelo. ¿La emoción? Al extremo.
Matías Martínez por fin lo hizo. En la final de Barcelona se coronó campeón. Se impuso por 4-6, 7-6 y 7-6 sobre José Padula y por fin gritó campeón. Literalmente lo gritó. Sin dudarlo.
Cuatro horas. Sufrimiento. Calambres. La final tuvo de todo. Discusiones de un lado y del otro. Espectadores que se quedaban impregnados tras el alambrado, no solo por la vibrante definición, sino por la tensión que se vivió en la cancha 2 de Pasco. Toda una lucha.
Con su peculiar estilo de corredor y pasador, Martínez se impuso al revés a una mano a lo Gaudio de Padula. A pesar de haber perdido el primer set y haber estado 0-4 en el segundo, Matías no se rindió, no es digno de él. Fue a buscar la remontada y la consiguió. En el tercero la paridad se hizo presente. Pocos fueron los games en los que se confirmaron los quiebres, por eso el tie-break eligió que Martínez fuera el ganador.
¡Por fin! Tras perder en la final de Australia en manos de Marcelo Quiñones, Martínez alcanzó otra final y esta vez logró el título. El tan merecido título.
>Por Ezequiel Zuk